Aaah… los noventas ¿Recuerdan aquella época llena de
prosperidad? Yo no. Pero aquellos de ustedes que sí lo hacen probablemente
sepan de la existencia de una cosilla llamada El Efecto Mozart. Pero… ¿Qué
diantres es eso?
Con bases en un estudio hecho en el año ’93 y publicado en la revista Nature la lógica
del Efecto Mozart era simple: escuchar las obras de Mozart, en especial desde
una temprana edad, prometía mejoras en el razonamiento espacial y la memoria,
muchos hasta se atrevían a decir que enriquecía el desarrollo mental y el
coeficiente intelectual del oyente.
Pronto, miles de madres alrededor del mundo estarían
comprando discos compactos de la música de Mozart y exponiendo a sus hijos a
esta, esperando que poco a poco se volvieran estudiantes brillantes y, con un
poco de suerte, crecieran para convertirse en alguien importante y honorable.
Podemos estar seguros que los pequeñines de los noventas no escucharon a Mozart en un tocadiscos. |
Tristemente y como era de esperarse, estudios más
recientes (incluyendo éste) pretendieron desmentir la magia del Efecto Mozartiano, diciendo que
no existía tal relación entre la música y la inteligencia, pero, ¿realmente es
así?
La música clásica afecta al cerebro al aumentar sus
niveles de serotonina, la cual es un neurotransmisor que se encarga de nuestro
estado de ánimo, sueño, apetito, entre otras. Esto no sólo hace que nos
sintamos felices y gozosos, sino que también intensifica nuestro pensamiento
crítico.
En mi opinión, El Efecto Mozart hasta cierto nivel puede
ser verdad, sin embargo también creo que solamente con escuchar la música de manera
pasiva no va a hacer cambios demasiado notorios, pero tal vez la enseñanza de
la música y el tocar un instrumento lo haga.
Creo firmemente en la importancia de que la música sea
impartida desde temprana edad ya que no sólo mejora nuestras habilidades
cuantitativas y de lectura, sino que también promueve la creatividad y el
pensamiento flexible e independiente de una persona. Tal vez si la música fuera
impartida en las escuelas de manera más intensa, habría un cambio positivo en
las personas, las haría libres y les abriría la mente.
Albert Einstein una vez afirmó que la razón por la cual era tan
inteligente era porque tocaba el violín, y que si no hubiera sido científico,
probablemente hubiera sido músico.
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